Galletas piñata para Halloween

En casa nunca hemos celebrado Halloween. No es que me disguste esta fiesta, al contrario. Me parece estupendo que en los últimos años haya gente que ha decidido sumarse a esta moda porque tal y como está el mundo divertirse durante un ratito es algo fabuloso, aunque sea adoptando un festejo que nada tiene que ver con la tradición española. El motivo por el que nunca me he disfrazado de bruja o he tallado una calabaza es porque, simplemente, no se ha dado la ocasión y porque tampoco tengo niños pequeños en casa que, al final, son los que más disfrutan con lo de "truco o trato". Yo soy más de buñuelos, de huesos de santo y de panallets (supongo que será cosa de la edad y de que cuando yo era niña lo que se celebraba era el Día de Todos los Santos). Pese a todo, y debido a la insistencia de mi hija y de mis sobrinas, este año mi cocina y mi blog han sucumbido a la moda culinaria de Halloween y he preparado estas galletitas que, creo, resultan bastante graciosas y, encima, son sencillas de preparar. No obstante, esto no significa que haya sacrificando los Santos, o mejor dicho, las dulcerías de los Santos. Nada de eso. Mañana en mi mesa habrá sitio para las calabacitas de galleta pero también para la bandeja de buñuelos y para los huesos de Santo. La idea de las galletas la he tomado prestada del blog Glorious Treats. Espero que os guste.

Para la glasa necesaria para pegar las galletas:

• Una clara de huevo pequeña.
• 100 gramos de azúcar glass.
• Media cucharadita de cremor tártaro (opcional).

En un bol trabajamos bien la mantequilla y el azúcar. cuando estén bien mezcladas añadimos el huevo y la esencia de vainilla.

Incorporamos después la harina de forma gradual.

Amasamos bien. Liamos la masa en papel film y dejamos en el congelador durante 30 minutos (esto es fundamental para poder trabajar la masa).

Transcurrido ese tiempo sacamos la masa del congelador. A dos tercio de la masa le añadimos tinte naranja. Amasamos para igualar el color y volvemos a introducir en el congelador durante veinte minutos.

El tercio de masa restante lo teñimos de color verde y cuando el color este uniforme lo dejamos reposar 20 minutos en el congelador.

Después de los tiempos de enfriado estiramos la masa con un rulo de cocina y cortamos con un cortapastas. Para cada calabacita necesitaremos: Dos pastas naranjas de 7 centímetros perforadas en el centro, dos pastas naranjas de 5 centímetros sin perforar y una pasta verde de 3 centímetros.

Las horneamos a 180 grados durante unos 15 minutos o hasta que veamos que están listas. Ya solos nos queda pegar una a otra con la glasa. Podeis verlo de forma ilustrada en el blog del que saqué la idea AQUÍ.

Como la tapa superior no se pega en el interior de nuestras calabazas podemos poner chuches, en mi caso Lacasitos.