Monadas de tía Alia

Si hay algo que adoro son esas viejas libretas (normalmente cuadriculadas) de papel que amarillea en el que se almacenan tesoros culinarios en forma de receta. Con caligrafía antigua o con la ya casi extinguida letra mecanografiada lo cierto es que esos antiguos recetarios realmente me apasionan, y si hay uno de ellos famoso en la blogosfera es el que mi querida Carmen recibió hace unos años de su tía Alia. Desde que conocí su blog me he sentido atraída por esas cuartillas unidas por hilos a modo de anilla y muchas veces he pensado en lo mucho que me gustaría poder tener todas esas recetitas. Hoy, gracias a la inmensa generosidad de Carmen, siento que ese recetario es también un poquito mio así que ¡gracias Carmen! Para estrenarme en su reto he optado por la receta dulce del mes. Unas monadas de las que nunca había oido hablar pero de las que, después de haberlas probado, estoy totalmente enamorada. Esta es una de esas recetas en las que (como decía un anuncio de televisión) el secreto está en la masa. La clave del éxito para poder disfrutar de ellas está en no amasar metiendo la harina hacia el interior sino en hacerlo superficialmente. Mi padre, que aunque ahora está jubilado lleva siendo panadero desde que nació, insiste mucho en que a las masas hay que tratarlas con cariño: La harina siempre poco a poco, la primera mitad amasada y la otra acariciada, dice siempre. Y así es como hay que hacer estas monadas. Si amasamos metiendo la harina en exceso nos quedará una masa líquida y pegajosa pero si vamos añadiendo la harina de forma superficial quedará una masa estupenda. Espero que os guste.

Ingredientes:

Elaboración:

Antes de comenzar me gustaría indicar que tanto el proceso de batido como el de amasado lo he realizado con las manos.

En una vasija colocamos la manteca y el azúcar  batimos ligeramente (con las manos y sin utilizar ninguna herramienta). Añadimos los huevos y el anís y ahora sí, batimos de forma enérgica utilizando las manos.

Cuando tengamos la mezcla bien batida (fijaos en la fotografía) empezamos a añadir la harina poco a poco.

Tal y como os he dicho al inicio de la entrada el secreto de está receta está en la forma de integrar la harina. Debe ser muy poco a poco y la parte final no debe amasarse sino más bien espolvorearse sobre la masa e ir acariciándola. Si lo hacéis así os quedará como la de la imagen (os aseguro que si lo hacéis así con 200 gramos tendréis suficiente).

Con las manos enharinadas vamos tomando porciones de masa y haciendo bolitas. Las colocamos sobre una fuente de horno con papel y las pincelamos con huevo.

Las espolvoreamos con azúcar abundante y las horneamos a 180 o 200 grados (yo lo hice en el horno de la panadería sí que el tiempo no os lo puedo decir así que cuando veais que empieza a tomar color estarán listas).

Templadas o frias son una auténtica delicia.

Ya sabéis que con esta receta participo en el reto mensual del blog Recetas de tía Alia.