Leche frita

Después del bacalao cuaresmal tocaba preparar el postre y, una vez hecho el arroz con leche y las torrijas, no se me ocurría nada mejor que una rica leche frita. He de confesar que antes de preparar esta receta me lo pensé mucho. Mi primera vez con ella, hace ya algunos años, fue un fracaso total: me quedó una crema líquida, más para beberse con pajilla que para freír. Desde entonces no lo había vuelto a intentar, aunque en el fondo sabía que tarde o temprano este delicioso postre tenía que salir de mi cocina. Tanto es así que en septiembre (sé que he tardado mucho en decidirme) vi en el blog Comer guapamente esta receta, y la coloqué es mi lista de pendientes. Hoy, más de medio año después, solo puedo decir: Gracias Carmen. Gracias y mil veces gracias por compartir esta delicia y por ayudarme a quitarme esa espinita clavada en mi orgullo repostero jeje. Espero que os guste.

En un bol mezclamos el azúcar, la maizena y la yema de huevo (se quedará grumoso pero no os preocupéis).

Sobre esta mezcla vamos vertiendo, muy poquito a poco y fuera del fuego, la leche que previamente habremos  hervido con la rama de canela. (En este punto son muy importante, para evitar los grumos, tres cosas: la leche debe estar bien caliente; la leche es lo que se debe verter sobre la maizena y no al revés; debemos hacerlo muy lentamente y sin dejar de mover enérgicamente para deshacer bien la maizena).

Una vez que tengamos esto bien mezclado, lo volvemos a colocar en el fuego suave (os recomiendo colar antes la mezcla por si hubiese quedado algún grumo) sin dejar de moverlo en ningún momento.

Cuando haya espesado lo retiramos del fuego y le añadimos la mantequilla.

Vertemos la crema sobre un molde forrado de papel film. En mi caso utilicé una bandeja pequeña porque me gusta que quede gordita.

Cuando haya cuajado totalmente (yo lo dejé toda una noche) cortamos en porciones.

Rebozamos los trozos en harina, retirando con unos golpecitos el exceso.

Seguidamente los pasamos por el huevo batido.

Finalmente los volvemos a rebozar en galleta muy picada (en punto de polvo).

Ya sólo nos queda freir nuestras porciones en aceite caliente a fuego medio. Es casi, vuelta y vuelta ya que si lo dejamos demasiado la capa exterior de galleta se nos puede quemar.

Una vez fritos se colocan sobre un papel absorbente para retirar el exceso de grasa y se rebozan en azúcar y canela en abundancia.