Pan francés

Antes de comenzar con la receta, quería daros a todos mil gracias por las felicitaciones y muestras de cariño que me hicisteis llegar ayer. Gracias a todos mis nuevos amigos blogueros el de ayer fue un cumpleaños muy especial y cargado de emoción. ¡Quién me iba a decir a mi que en solo siete meses que llevo en esto os llegaría a querer tanto! Dicho esto, comparto con vosotros de nuevo una receta procedente de mi antigua enciclopedia culinaria de Robert Carrier. Se trata del pan francés; un pan que, aunque no tiene un aspecto tan vistoso como el pan de pueblo, templadito es una delicia, sobre todo por su corteza crujiente. Si además, lo acompañáis de unas lonchitas de jamón de jabugo cortado a mano de Maximiliano Jabugo, os aseguro que disfrutareis de un bocado de reyes. Espero que os guste.

Elaboración:

En un bol de gran tamaño colocamos la mantequilla, la sal y el azúcar. Vertemos encima el agua caliente removiendo para disolver y dejamos enfriar.

A continuación agregamos la levadura disuelta en un poco de agua.

Después vamos incorporando la harina poco a poco. Primero removiendo con una cuchara de palo y luego batiendo.

Llegados a este punto comenzamos a trabajar la masa con las manos, tamizando, si es necesario, harina sobre la superficie para que deje de pegarse. Contrariamente a otras masas de pan, esta seguirá ligeramente pegajosa.

Reunimos la masa en una bola y la colocamos en un cuenco limpio engrasado con aceite y dejamos en un lugar templado hasta que doble su tamaño.

Cuando haya subido la masa, la golpeamos con los puños y la dejamos levar de nuevo. Tras este segundo levado pasamos la masa a una superficie enharinada. Amasamos ligeramente y dividimos en tres partes para hacer tres barras.

Tomamos una de las partes y con la ayuda de un rodillo extendemos la masa bien, formando un rectángulo.

Enrollamos firmemente los rectángulos (tal y como se hace con un brazo de gitano).

Finalmente colocamos las barras con la juntura hacia abajo sobre una placa de horno. Las untamos ligeramente con aceite y se dejan levar en un lugar templado.

Por último introducimos las barras en el horno precalentado (es importante meter en el horno un bol con agua durante toda la cocción para que el pan se hornee con vapor). Una vez que la barra esté prácticamente horneada la pulverizamos con un poco de agua fría y la dejamos unos minutos más para que se seque.

Este pan es ideal, cuando aún esté caliente, para hacer una rica tosta con tomate, aceite de oliva virgen extra y un buen jamón, como el que recibí de Maximiliano Jabugo.

En la cuna del mejor jamó del mundo, Jabugo, se encuentran los secaderos de Maximiliano Jabugo, que desde 1900, combinando unas condiciones climáticas únicas y una larga tradición artesanal, elaboran jamones y paletas de calidad gourmet. En las fincas de la dehesa de Huelva es donde empieza todo elproceso y donde campan en libertad los cerdos que alimentos de las encinas, los alcornoques y los quejigos constituirán la garantía de calidad de Maximiliano Jabugo. Luego, serán el aire de la sierra, una pizca de sal y el buenhacer del maestro jamonero los que se encarguen del resto.