Borrachos, dormidos o "serenaos"

Hoy de nuevo, comparto con vosotros un dulce navideño que en mi casa nunca ha faltado en estas fechas. En Águilas son conocidos como borrachos, dormidos o "serenaos", un nombre que hace alusión a la necesidad de la masa de pasar toda una noche del frio diciembre "al sereno",  lo que le da el inconfundible aspecto hojaldrado a este delicioso dulcecico. Cuando yo era muy pequeña, este hecho tan curioso, en mi cabeza de niña, hacía que este fuese el dulce que más me gustaba preparar. Recuerdo como mi madre, siempre con su delantal blanco rematado con puntillas, amasaba la manteca mientras yo añadía la harina y como, al terminarlos, poniamos la masa en un cesto que luego colgabamos en las cuerdas de tender. Hoy, bastante años después, he sido yo la  madre que amasaba la manteca mientras mi hija incorporaba la harina y mi madre, sentada en la mesa de mi cocina, supervisaba todo el proceso. Una historia que se repite, con la única diferencia que este año todo ha sido fotografiado y compartido ahora a través del blog (algo que mi yo niña nunca imaginó). Espero que os guste.

Ingredientes:

El amasado nos llevará bastante tiempo y algo de esfuerzo pero el resultado merecerá la pena. Al final nos resultará una masa durita. Haremos una bola con ella y colocaremos en un bol, bien liadita con un trapo, que dejaremos al sereno durante toda una noche. Si además de la noche la teneis que dejar también la mañana no importa. Yo la dejé en el patio de casa unas 18 horas, teniendo en cuenta que la amasé por la noche y hornee los "serenaos" después de comer.

Colocamos todos nuestros rollitos sobre una bandeja forrada con papel y horneamos hasta que estén bien doraditos (no os puedo decir el tiempo porque como siempre dependerá de cada horno. Yo en esta ocasión los he hecho en el horno de leña de la panadería de mi sobrino).

Una vez fuera del horno y cuando aún estén tibios los rebozamos bien en azúcar glass. Debemos ser generosos ya que es el único azúcar que lleva este dulce. Mirad en esta foto del corte ese aspecto hojaldrado del que os hablaba.

Y una vez más he tenido la suerte de poder acompañar estos ricos dulces tradicionales con un delicioso turrón del que me he enamorado por completo y que me ha llegado desde Pastelería Puyet; una antigua casa de dulces y turrones regentada por la famia Puyet,  cuya tradición turronera se remontan al siglo XIX, cuando Felipe Puyet Castillón, iba de feria en feria vendiendo el turrón que él mismo fabricaba. Desde entonces tres elementos permanecen inalterables: el método artesanal, la tradición y la calidad. Sin renunciar  en ningún momento a estos tres fundamentos  básicos, las nuevas generaciones de Puyet han unido su inquietud profesional en la  búsqueda constante de la excelencia y el saber adaptarse  a los nuevos tiempo. Pastelería Puyet ofrece ahora una selección de productos, limitada en su producción pero amplia en sus variedades abarcando  desde la bollería y pastelería selecta a dulces tradicionales y típicos como la Florentina, el Trenzado de Graus  o l’Albada de Graus. Y como no, los chocolates, bombones, turrones de almendra  y sus  extraordinarios pralinés y trufados, realizados artesanalmente  para deleitar los paladares más exigentes. Os aconsejo que visiteis su estupenda tienda online y os deis un caprichito, realmente merece la pena.