Rosquitas fritas con miel

Hoy os traigo de nuevo un dulce de sartén. Espero no cansaros con este tipo de repostería, pero, como ya os he dicho alguna vez, es mi preferida. Además, como me encanta mantener las tradiciones en mi casa para los Santos siempre elaboro este tipo de postres (por cierto, aún me quedan algunos pendientes de publicar que iré subiendo estos días aunque ya se haya pasado la festividad). En esta ocasión la receta vuelve a ser del libro Dulce lo vivas. Un recopilatorio de repostería sefardí del que ya os he hablado en alguna ocasión y que cada día me gusta más. Siguiendo el consejo de la autora decidí elaborar rosquilla y también bolitas, hice los dos formatos y aunque parezca increible, ya que es una masa muy consistente, se vuelven solos en la sartén. No sé a vosotros pero a mi me encanta ver ese momento en el que queda patente que la masa tiene vida. Lo ideal es comerlos recien hechos, pero si sobra alguan para otro día, algo difícil porque son deliciosos, también se puede comer. Espero que os guste.

Sin dejar de batir, añadimos las yemas, el aceite, el agua, el zumo, la ralladura de naranja y la levadura.

Finalmente incorporamos la harina.

Debemos obtener una masa ligera que casi no se pegue a los dedos Por lo que si es necesario añadiremos más harina. Nos quedará una masa como la de la fotografía que debemos dejar reposar 45 minutos.

Transcurrido ese tiempo nos untaremos las manos en aceite y formaremos rosquitas o bolitas o, como en mi caso, amabas cosas.

Los colocamos sobre una bandeja o superficie antiadherente y los dejamos reposar quince minutos ( no se deben colocar muy juntos ya que crecen ligeramente). Soy de la opinión que las masas con varios levados suelentener el éxito asegurado.

Por último, freimos las rosquitas en una sartén con abundante aceite a fuego medio. Al sacarlas del fuego las colocamos sobre un papel absorvente.

Llegados a este momento, deberíamos tener ya el almibar preparado pues es importante pasarlas por él cuando las rosquitas están aún calientes. Preparar el almíbar es, como siempre, un paso muy sencillo. En un cazo calocamos todos los ingredientes, excepto la miel. es decir, el agua, el azúcar y el zumo de limón. Cuando empieza a espesar se agrega la miel y se le da un hervor. En este almibar bañamos bien cada uno de las roquillas (yo utilizo como truco contar despacito hasta diez antes de sacarlas)

Os sobrará almíbar, pero no la tires ya que vale para cualquier otra elaboración.